III Certamen Literario Rosario de Acuña - Utopía: normas no escritas (Relato ganador, escrito por mi)
- ¡Cariño! La cena está
lista.
- Ya bajo. ¿Qué has
preparado?
- Tu plato favorito.
- ¡Oh! ¿A que debo tal honor?
- ¿Necesito un motivo para
darte lo que más te gusta?
- Tal vez.
- ¿Qué tal este?
Félix, que ha preparado una sabrosa
tortilla de aguacate con langostinos, se acerca a Victoria para darle uno de
sus cálidos abrazos. Medir uno noventa y ser corpulento es propicio para ello.
Victoria, con su metro sesenta y ocho, se deja querer por su amado esposo. Se
conocieron hace doce años. Al poco tiempo, comenzaron una relación de pareja y a
los cuatro años de conocerse aunaron su amor en su propio apartamento para
formar una familia. Familia que en cuatro meses se verá ampliada, pues el
pequeño Rodrigo, de tres años, espera a una hermanita de nombre Alba, a la que
ha prometido querer, según sus propias palabras, <<todos los números que se acaban>>. Una familia feliz que vive
en un mundo que no permite tal lujo. Victoria, consciente de ello, aspira con
fuerza y devuelve el abrazo agradecida:
- Gracias por ocuparte de
todo.
- ¿Gracias, por qué? Ahora
debes centrarte en tu reportaje. ¿Cómo va?
- Casi terminado. He querido
acompañar la redacción de un pequeño relato. La gente necesita sentir en su
piel lo que padecen estas chicas… Es tan injusto, sólo desean una vida mejor
para ellas y su familia, vienen aquí engañadas
y… y …
Félix abraza con más fuerza a su amada
Victoria, que ha compartido más de ocho meses con víctimas de una realidad que
el mundo no quiere ver o que en caso de ver, no desea admitir..
- No llores, n…
- Me mata por dentro –de los ojos de Victoria brotan lágrimas de
rabia–. Les han arrebatado toda su
dignidad, muchas de las chicas no sentían, ya, nada, sólo… sólo estaban ahí,
como si fueran robots. Como si no merecieran una vida feliz y ser tratadas con
respeto. Co… como si hubieran venido al mundo sólo para ser esclavas y llenar
los bolsillos de gente sin escrúpulos… por no hablar de los clientes. No sé
quiénes son peores…
- ¡Lo sé!, cariño, lo sé
–Félix intenta consolar el alma rota de Victoria– Mírame. Sé que es muy injusto
y que deseas hacer lo mejor por ellas, y sabes que tienes todo mi apoyo, pero no
vas a ayudar más a esas chicas por dejar de comer. ¿De acuerdo?
Victoria asiente con la cabeza mientras
mira fijamente a Félix, que limpia sus
mejillas y de forma sentida besa su frente. Se funden en un nuevo abrazo antes
de cenar.
Victoria come con cierta desgana, a pesar
de ser su plato preferido, y ser consciente de que también debe alimentar a la
pequeña Alba. Finalmente, mira a Félix y esboza una leve sonrisa seguida de
unas palabras:
- Está delicioso, cariño. Mil
gracias. Soy afortunada de tenerte, de teneros, a mi lado.
Victoria extiende su mano izquierda para
acariciar los dedos de Félix que hace lo propio y acto seguido guiña el ojo: gesto que Victoria adora. Tras unos minutos de silencio, Félix retoma la
conversación.
- Espero que tu artículo
conciencie del problema real… Es decir, podrían ser sus hijas, hermanas,
primas…
Victoria, reflexiva, continúa.
- Sí, tienes toda la razón.
La diferencia reside en que muchas de
ellas nacieron en otro país, un país sin oportunidades y vienen
engañadas, como la mayoría de las personas que emigran en busca de una vida
mejor tanto para sí mismos como para su familia… La gente no quiere entender el
alcance del problema...
- Pero tú vas a conseguir
abrir los ojos a todos -Las palabras de ánimo por parte de Félix son sinceras y
totalmente optimistas, sin embargo.
- Te agradezco tanta
confianza pero seamos realistas, el mundo no quiere cambiar, y sabes que es un
negocio que mueve mucho dinero, además, es algo que la sociedad demanda y que
financia. Pero el problema parte de muchos frentes. No sólo la demanda, sino la
falta de actuación de los poderes públicos que a su vez, en muchos casos,
forman parte de dicha demanda. Lo cual lleva a la captación de estas mujeres,
incluso menores tanto de niñas como niños. Por un lado están las chicas que
vienen de fuera engañadas y por otro, el abandono de zonas geográficas
marginales en que las familias sobreviven a duras penas o de menores que por la
circunstancia que sea, han dejado sus hogares.
Victoria necesita
desahogarse y Félix sabedor de ello, escucha atentamente sus palabras:
- En cuanto a la sociedad,
hay poca educación tanto en las familias como en las escuelas. Como padres que
somos es cierto que debemos preservar la inocencia de nuestros hijos pero
también debemos prepararles para la vida. Por lo tanto, si durante su infancia
la educación y la inocencia nunca deben separarse de su lado, una vez que
entren en una etapa de mayor madurez deben empezar a conocer como es la vida y
que pueden encontrarse en ella, y mostrarles la realidad… Mis primos y sus
amigos fanfarroneaban de haber ido a “casas de citas”... ¿Con esto que quiero
decir? Que antes de que nuestros hijos hagan frente a este problema, deben ser
conscientes de que los hombres y las mujeres somos iguales y que deben respetar
a mamá, a las niñas de sus clases, porqué si desde pequeños aprenden eso, será
más fácil que de mayores sean conscientes de la gravedad del problema tanto de
la violencia de género como el de las chicas de la calle… ¿No crees?
Félix asiente con la cabeza
y toma el relevo
- ¿Sabes cielo? –Victoria es todo oídos–. He
recordado a mi abuelo y entiendo lo que dices. Creo que el problema es la
tradición. Es decir, es obvio que esto viene de lejos, toda la historia de la
humanidad ha estado regida por esta forma de pensar y se ha extendido por todo el mundo.
Sigue habiendo países y culturas que piensan que la mujer es un mero objeto, carente de voluntad. ¿Dónde está la infancia
de esas niñas de once años obligadas a casarse con hombres de veinte o más?,
por no hablar de otras barbaridades… es... repugnante. De hecho, aquí mismo se
ha hecho… Como te decía, mis abuelos… Lo pienso y sigo alucinando: mi abuela
comía sola en la cocina mientras mi abuelo y sus hijos comían en el salón, y si
además necesitaban algo la llamaban a ella para no tener que levantarse. Esa
forma de pensar y actuar se le quedó a mi padre en la cabeza y es como quería
educarnos, menos mal que mi madre dijo: <<¡Basta!>>
El resto ya lo sabes. Si no es por mi madre y el valor que tuvo, tal vez
hubiera sido como mi abuelo, que en realidad no era mala persona, pero él
consideraba que cada uno tenía su sitio, y que el de mi abuela estaba en la
cocina y las labores de casa.
- ¿Comprendes, ahora, porqué digo que soy afortunada?
Felix se ruboriza.
- No me digas eso porque al
final me lo creo. Además, si tan contenta estás con el producto, llama a la
“fabricante” y se lo agradeces.
- ¡Que tonto! –Victoria saca
la lengua en señal de burla. Félix emula
el gesto y ambos sonríen fugazmente.
Tras un breve espacio de tiempo, ambos suspiran con cierto alivio. A lo que
Félix continua:
- ¿Recuerdas el libro que me
regalaste del escritor Alberto Rodríguez? La solución que da a los problemas
del mundo es realmente interesante. ¿sabes cuál es?
- Cariño, claro que lo sé.
Fui yo quien te regaló el libro a raíz de leerlo, además, sé cuánto te fascina
la ciencia ficción.
- Y ¿por qué nunca hemos
hablado de él antes? –Por un momento, Félix se da cuenta de que ha metido la
pata. Debido a su investigación, Victoria ha pasado poco tiempo en casa en los
últimos meses, de modo que intenta corregirse–. Em… bueno ¿Qué opinas de dicha
solución?
- ¿Quieres saber que opino de
que unos personajes de gran virtuosismo alejados de creencias religiosas;
movidos, únicamente, por el amor y el respeto, retrocedan al pasado para
inculcar y educar, desde los primeros pasos del ser humano, valores éticos que
ayuden a discernir entre lo correcto y lo que no, así como ser conscientes de
ver y percibir el mal que se causa y además actuar en consecuencia para así
mantener la dignidad de todo ser vivo?
- ¡Em, sí! quiero saber qué
opinas –Responde Félix, sorprendido a la vez que expectante.
- Que sería algo maravilloso
poder romper esas barreras que la tradición e historia del ser humano han hecho
que no valoremos la vida del otro.
- Cierto. Pero eso tiene un
nombre.
- Utopía.
Ambos enmudecen, un
silencio nada incómodo pero extremadamente revelador. De forma instintiva se aproximan. Félix acaricia la mejilla de Victoria con su
mano izquierda, mientras, ella cierra los ojos, y con delicadeza, coge la mano libre de Félix para conducirla hasta su vientre, donde la pequeña Alba, llena de
vida con sus pataditas, proclama un halo de esperanza para un mundo cuyas
normas no escritas es hora reescribir.
¿FIN?
A continuación, un breve resumen de la entrega de premios del III Certamen Literario Rosario de Acuña de Pinto, cuya categoría de relato corto, he ganado. Si bien lo pasé un tanto mal ahí arriba, (demasiado protocolo acompañado de hipocresía) donde tenía que dar un discurso sobre las reflexiones de mi propio relato, ya que éste era demasiado "crudo" para ser leído en público, (si enmascaramos la realidad, bueno, así va el planeta) al final, me he negado a dar el mencionado discurso. He roto la hoja del mismo y he leído un fragmento de mi relato. Eso sí, he mantenido las formas y he acompañado mis gestos de pequeñas bromas, para hacer de lo que ha sido una protesta por mi parte, algo anecdótico. Lo verdaderamente importante es que he podido compartir este momento, tan especial, con mi familia, a los cuales, estoy infinitamente agradecido. Un día para recordar. ¡Mamá, va por tí! Oh Yeah!!
Nos Leemos
RONDI






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